En un episodio digno de una película de suspense, una mujer en Río de Janeiro intentó llevar a cabo una maniobra digna del mejor Hollywood. Érika de Souza Vieira Nunes apareció en un banco con su tío Paulo Roberto Braga, un hombre septuagenario, en una silla de ruedas. Hasta aquí, podría parecer una escena familiar de apoyo, pero las apariencias engañan.
Con una mano en el cuello de Paulo y la otra sosteniendo una pluma, Érika intentaba que firmara los documentos para retirar un préstamo. Sin embargo, algo olía a podrido, y no era el pescado de la cafetería del banco. Los empleados y los clientes se dieron cuenta rápidamente de que Paulo no estaba precisamente en condiciones de firmar nada. Y no, no estaba teniendo un mal día; había fallecido horas antes.
Érika, con su desesperado intento de manipular a Paulo como si fuera una marioneta, buscaba aprovecharse de la situación. Pero, ¿cómo no iba a estar desinteresado Paulo? Después de todo, llevaba varias horas «en el más allá».
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